EL POZOLE
- Rafael Paramo
- 21 jun 2024
- 2 Min. de lectura
Uno de los platillos mexicanos por excelencia, este platillo tan tradicional es consumido mayormente y en grandes cantidades especialmente en septiembre, el mes en donde celebramos nuestra independencia; y, curiosamente, tiene su origen desde la época de antes de la conquista, con una historia relativamente sombría.
Este platillo tan famoso por ser uno de los platillos que quita las penas (o la resaca), está hecho a base de maíz cacahuazintle (también conocido como maíz pozolero), carne (tradicionalmente de cerdo) y chiles tanto frescos como secos dependiendo de la variedad de pozole que se esté realizando; se acompaña con lechuga, rábano, orégano y especias dependiendo de la región.
Sin embargo, este platillo se realizaba de forma diferente en la época de los Mexicas, ya que en este entonces se hacía solamente con maíz hervido en una olla gigante, a la cual se le agregaba solamente carne humana como proteína... sí, carne humana.
Y es que este platillo formaba parte de rituales como ofrenda al dios Xipe Tótec, dios de la fertilidad y la guerra; en donde se sacrificaban mayormente a prisioneros de guerra en una ceremonia en donde el consumo del fallecido era una forma de revitalización, en donde quien lo consumía se apropiaba de su energía y de la “energía originaria", la cual mantiene con vida al universo. No por nada este platillo estaba reservado para los más altos estratos sociales de la época, encabezados por el emperador, conocido como tlatoani.
Se dice que en aquella época, algunos de los presos de guerra se ofrecían como voluntarios para ser el sacrificado, ya que preferían morir con orgullo a ser utilizados de distintas formas por los Mexicas una vez capturados en batalla. Es por eso que una vez sacrificado (en donde se ofrecía su corazón al dios en cuestión) ya cocinado, se repartía la carne entre los altos mandos y los parientes de quien lo capturó, reservando el muslo al tlatoani, ya que se consideraba la pieza más preciada.
Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, se cambió este platillo de forma radical y se le agregó la carne de cerdo, un ingrediente característico de la cocina española en aquel momento; siendo este un cambio profundo en cuestiones históricas y culturales (como la evangelización), además de que agregaron especias y cebolla.
Hoy en día, el pozole ha ido evolucionando poco a poco, hasta convertirse en el platillo tradicional que conocemos, además de ampliar la gama de posibilidades y variaciones dependiendo de la región en donde se prepare, actualmente tenemos pozole blanco, pozole rojo (al cual se le agrega chile ancho y guajillo molido), pozole verde (preparado con tomate verde y/o chile poblano) y pozole de mariscos (preparado usualmente en Colima, Jalisco y Nayarit).
Este platillo es conocido, preparado y consumido en todo México, y se ha convertido en uno de los platos más característicos del país, asociado a nuestras fiestas patrias y a nuestra identidad como paisanos. Si algún día tienes la oportunidad de ir a México en septiembre, no puedes perderte el probar este manjar que, si bien tiene un origen sangriento, es delicioso... y si vas con alguien más, tienes ahora una increíble historia para contar y romper el hielo.
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